miércoles, 7 de noviembre de 2007

Luis María Campos

**RESERVADO**

Vivir en un departamento


No es lo mismo vivir con sol que sin él. O tener dónde asomarse y ver verde, que la vista sea agradable, no triste. Que adentro del lugar haya silencio, que se escuche el sonido de algún pájaro.
Dos departamentos pueden ser iguales, pero si el entorno es agradable y penetra, la diferencia puede ser abismal.
¿Cómo se mide? En calidad de vida. También se percibe en la apreciación intuitiva que el visitante recibe.
Las propiedades horizontales, de por sí, no son más que espacios rectangulares conectados, como cajas gigantes de zapatos apiladas.
Es producto de la vida urbana que debe colocar una gran cantidad de habitantes en espacios reducidos. Entonces, se reduce el contacto de las personas con la naturaleza.
Si nos ponemos a pensar, siempre es más agradable ver el cielo, recibir el viento, en fin convivir con las plantas que con un bloque de cemento.
Pero, cuando uno está obligado a vivir en la ciudad, el valor humano del metro cuadrado que habita debería medirse según el contacto perceptivo que la construcción permite con la naturaleza.
También es importante la cantidad de espacio con que se cuente, en algunos casos alcanza con que sea razonable. Y de todos modos, para comparar, los factores vitales marcan la calidad. No es lo mismo un metro cuadrado con verde, sol y aire libre, que un metro cuadrado con cemento gris.
Esto es cosa del sentimiento, todo lo demás es cuestión de cálculo.





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